lunes, 27 de octubre de 2008

Fresias, Memoria y Espacio Público

Por Alejandra Buzaglo.

Miércoles 15 de octubre de 2008, 12:30hs.



La Plaza de Acceso al Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado del Parque de la Memoria de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires está abierta al público de 10 a 18hs; y el Monumento podrá visitarse los días Miércoles, Jueves y Domingos de 12 a 16hs y los Sábados de 10 a 14hs, hasta que la obra esté finalizada por completo. (texto del folleto)
Son las 14hs y sigue cerrada. Investigadores y profesores de Rio Grande do Sul, Brasil, docentes de provincias argentinas, congregados por el 1º Seminario Internacional Políticas de Memoria desarrolladas en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti que funciona en la ex ESMA, nos encontramos fuera, frente a la puerta cerrada del espacio público.
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires las plazas están cerradas al público. Nos resulta llamativo a los del interior, que entendemos que el espacio público es otra cosa. Plazas y parques en Europa también están cerrados con rejas perimetrales que se abren en determinados horarios. Algunos de esos espacios públicos europeos han sido una conquista; muchos de ellos formaban parte de jardines de palacios o propiedades privadas. De ahí la explicación de la presencia de las rejas y de la puerta con cerrojo en algunos casos. Pero también es posible relevar que las nuevas plazas y parques en las ciudades europeas hoy nacen con rejas desde el proyecto. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ¿por qué están enrejados los espacios públicos?
¿Cuál es el proyecto político que sustenta el espacio público cerrado? El tan extendido discurso sobre la inseguridad probablemente se relacione con esto. Ése que nos hace sospechar que el otro es potencialmente peligroso, un criminal al que necesitamos mantener lo más alejado posible y hasta, por qué no, eliminarlo.
Lamentablemente el Parque de la Memoria cercano a la Ciudad Universitaria no escapa a esta regla. Está cerrado. Quedó encerrado.
Eduardo Jozami, en relación a los logros vinculados en materia de derechos humanos, nos recuerda que “el Monumento a los Desaparecidos que se levanta junto al Río de la Plata en el Parque de la Memoria constituyó la primera iniciativa pública de importancia”. Entre los objetivos de la creación del Parque se enuncian construir, recuperar y preservar la memoria colectiva. ¿Erigir un monumento es suficiente? ¿Cómo se sustentan estos enunciados?
Podemos entender que en parte de este parque, se restrinja la visita al público por encontrarse en obra y esto significa un posible riesgo a visitantes inadvertidos. Pero, ¿y el resto del parque, ese que no escapa a la lógica de los, paradojalmente, espacios públicos cerrados?
Hay dentro unos empleados que cortan el césped. ¿Por qué no lo abren? Es jornada de paro de municipales, por eso. Los que están dentro son personal contratado, de ahí que estén trabajando. Personal de seguridad a través de las rejas con alambres de púa, que evocan la experiencia concentracionaria, nos dan la misma versión: los guías están de paro. Ellos tienen la llave. ¿Tiene que ser guiado?
Siempre está cerrado. Cuando nos acompañó el alemán también. En el próximo viaje quizás ingresemos al Parque. Los municipales paran por un reclamo justo.
Un ramo de fresias se acerca a nosotros sostenido por la mano de una mujer. Vienen del Tigre, la mujer y el ramo. Ella nos dice que su hermano está ahí y que le trae flores. Queda tan lejos el Parque de la Memoria y es horario de visita. Sí, como en un régimen carcelario. Retorna la evocación.
El Estado terrorista le arrebató la posibilidad de dejarle una flor en algún lugar, el actual ni siquiera la deja entrar. No se puede hacer nada. El ramo cae. También una lágrima.
¿Cómo colaborar en el tan complejo trabajo de la construcción de la memoria? ¿Para qué? ¿Cómo interesar a más amplios sectores sociales en las acciones de memoria? ¿Cómo incluir? Así no, evidentemente.
Acaso sea necesario renovar mecanismos para los justos reclamos, actualizarlos, ser más creativos, humanizarnos, discernir lo distinto, no burocratizarnos. Reflexionar juntos respecto de quién se beneficia y quién queda fuera con nuestras acciones. No perder de vista objetivos, deseos y algunas luchas compartidas, aquellas que estimulan el encuentro con el otro y la solidaridad.
¿Qué es sino el espacio público?

UN DEBATE ESTIMULANTE

Ver nota en www.pagina12.com.ar

El país Domingo, 19 de Octubre de 2008

OPINION

Por Eduardo Jozami *

Decenas de jóvenes (abrumadora mayoría de mujeres) pasaban de una a otra comisión donde se debatían más de 60 ponencias, provenientes de universidades y organismos de muchas provincias y de Chile, Uruguay y Brasil. Parecía la Facultad de Ciencias Sociales, pero el recinto que nos albergaba era el “majestuoso” edificio –así debían considerarlo sus anteriores ocupantes– que, en la ex ESMA, fuera sede del Centro de Estudios Estratégicos de la Escuela de Guerra Naval.
Las primeras discusiones mostraron que, logrados algunos objetivos, el movimiento de derechos humanos se plantea otros debates. El Monumento a los Desaparecidos que se levanta junto al Río de la Plata en el Parque de la Memoria constituyó la primera iniciativa pública de importancia. Después surgieron otras intervenciones urbanas con una estética distinta y una concepción participativa como la que en Rosario recuerda la masacre de Caferatta y Ayolas; en la ribera de San Fernando a los caídos de Astilleros Astarsa, o la que realizó la pintora Analía Regué con los dibujos de El Eternauta. Presentadas estas experiencias, en el debate no faltaron críticas a la lógica monumentalista y reclamos de localización de las intervenciones en los barrios populares. Finalmente, la comisión bordeó un consenso que reconocía la importancia de estas obras del sector público, pero aceptaba la pertinencia del reclamo de participación y renovación de la propuesta estética.La misma inquietud por interesar a más amplios sectores sociales en las acciones de memoria se advirtió en las ponencias sobre el trabajo en los ex centros clandestinos de detención. En El Olimpo, los vecinos no rechazan a “los chicos de los derechos humanos”, pero no entienden por qué todo el predio se destina para “ellos”, sin darle otros usos para el barrio. Entonces surgen reflexiones pesimistas: “La lógica concentracionaria perdura” y se advierte sobre la “legitimidad social de la teoría de los dos demonios”, pero se reitera la voluntad de no hacer del predio algo cerrado. Otro texto, presentado por un grupo de antropólogos vinculados al trabajo en la ESMA y El Olimpo, revela la misma orientación. Al ubicar entre esas paredes todo el horror, sostienen, se constituyen los edificios como “fetiches” del espanto. Si los crímenes se localizan en un espacio, en un grupo de hombres, se refuerza así la idea de ajenidad del colectivo social. Romper esta visión es el principal desafío del trabajo de recuperación de estos predios, no sólo reconstruir lo que pasó sino ayudar a comprender ¿cómo fue posible?Esta preocupación por involucrar a la sociedad en el debate de la memoria se liga con la pregunta sobre el relato que habrá de transmitirse. El historiador Ricard Vinyes, del Memorial Democrático de Cataluña, desconfía del planteo de la memoria como un imperativo ético centrado en el dolor de las víctimas antes que en la recuperación de los valores que alentaron la lucha antifranquista. En su opinión, constituir los espacios de memoria sobre la base de la Colección Permanente implica instalar un relato acabado que no ayuda a resignificar el pasado. Vinyes prefiere pensar el espacio como un ágora, donde el Estado regule la diversidad de actores sociales y discursos, criterio plural que, por cierto, no alcanza a los defensores del pasado dictatorial.La proliferación en los últimos años de las investigaciones históricas sobre el pasado próximo no impidió que se siga discutiendo si la historia reciente puede legitimarse como tal, si es posible abordar con rigor ese pasado que sigue siendo presente. Este dilema se reflejó en varias ponencias, mientras en otras quizá pesaron demasiado algunas definiciones en boga que separan tajantemente historia de memoria (historia laica-memoria sagrada). En la senda de Lévi-Strauss, que polemizando con Sartre llegó a afirmar que la Revolución Francesa como tal no había existido, Pierre Nora –director del monumental trabajo colectivo Lugares de Memoria– parece hoy haberse constituido en la principal referencia de autoridad. Sin negar las contribuciones de Nora y su escuela, manifestamos dudas sobre el aporte, para la tarea de memoria aquí planteada, de una concepción que al considerar al pasado definitivamente cerrado parecería negar también toda posibilidad de modificar el presente. Preferimos seguir pensando con Benjamin que encontraremos en el pasado un secreto índice de redención y que esa posibilidad de que aparezca por momentos como algo vivo es precisamente lo que hace necesario e interesante ocuparse de él.Esta idea de un pasado que se continúa en el presente animó varias intervenciones que se negaron a “alojar el horror sólo en el pasado”, en palabras de Ana Cacopardo, quien enfatizó la presencia de “los nuevos otros” en nuestras sociedades fragmentadas. En esa línea, Pilar Calveiro señaló que el proceso de despolitización y deshumanización del otro se refuerza con las guerras en curso contra el terrorismo a escala global y lleva a preguntarse si las actuales democracias merecen el nombre de tales. Los trabajos de Calveiro, que ha enfatizado el efecto de la lógica concentracionaria sobre la sociedad toda, pueden relacionarse con los de Giorgio Agambem, quien hace del campo de concentración el paradigma fundamental de las sociedades de Occidente. Sin embargo, mientras la generalización del estado de excepción supone para Agambem la necesaria deriva en el totalitarismo, la escritora argentina rescata la posibilidad de una lucha por la resignificación de la democracia, por revertir el proceso de retracción hacia el ámbito privado y la despolitización de ese otro que no somos sino nosotros mismos.Desde la intervención inicial de Horacio Gónzález, que llamó a defender la idea de delitos de lesa humanidad con sustento en una conciencia jurídica universal, ese tema volvió a plantearse, rechazando los intentos nada sutiles que se hacen para equiparar los crímenes del terrorismo de Estado con ciertas acciones de la guerrilla. Ello no impidió, sin embargo, el reclamo por abordar las asignaturas pendientes de nuestra historia de los años ’70. Lila Pastoriza hizo suya la pregunta de Nicolás Casullo –recordado con emoción al iniciar el acto, en palabras de Eduardo Luis Duhalde y de quien esto escribe– acerca de por qué en Argentina, a diferencia de otros procesos revolucionarios frustrados, no existe conciencia de que en los ’70 fue derrotado un proyecto de transformación de la sociedad que llevaba años de luchas. A ello contribuyeron las propias contradicciones de ese proceso, pero también las carencias de una historia que debe ser contada con menos silencios de los que hoy perduran. Haciendo referencia a la falta de audacia de la política española que recién hoy inicia la revisión de los crímenes del franquismo, el urbanista Jordi Borja enfatizó las negativas consecuencias de esa abstención en la conciencia política de los españoles. Comentando una ponencia que analizaba la notable despolitización de la vida cotidiana en Chile, que hasta llevó a invocar eufemísticamente a la dictadura como “los 17 años”, Daniel Feierstein señaló la falta de reparación judicial como un elemento central para explicar esas limitaciones de las políticas de memoria. El caso más rico para las conclusiones fue el sudafricano –tema de dos ponencias– a partir de la relación establecida entre los actuales brotes de xenofobia y la política de reconciliación. La postulada sociedad arco iris está lejos de esa imagen de tolerancia predicada: la política de reconciliación tiene costos en la convivencia social y pone límites a la construcción de la democracia. Conclusión que nos refuerza en el camino emprendido en la Argentina. El reclamo por el castigo de los genocidas no es sólo una demanda de justicia: afirma también los únicos valores en los que puede apoyarse una sociedad democrática. El Seminario Internacional sobre Políticas de la Memoria nos permitió ratificar esta conclusión.* Director del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti.

miércoles, 27 de agosto de 2008

¿QUE ESTÁ PASANDO?...

E-MAIL RECIBIDO EL DIA 20 DE MAYO, DESPUES DE LAS PINTADAS REALIZADAS EN LA MADRUGADA DEL DOMINGO 18 SOBRE UN MURAL HECHO POR LOS ESTUDIANTES DEL POLITECNICO...



































PUEDEN CORTAR 30000 FLORESS PERO NO PODRAN DETENER LA PRIMAVERA
















30000 ZURDOS NO PODRAN DETENER LA DERECHA




Envío este texto y pido la mayor difusión posible, tanto a organizaciones políticas, sociales, de Derechos Humanos como sindicatos y especialmente COAD y estudiantes. Daniela Vergara (Mamá de una alumna del Centro de Estudiante)

martes, 20 de mayo, 2008

A LA COMUNIDAD EDUCATIVA DEL INSTITUTO POLITECNICO, DE LA UNR , A ORGANIZACIONES SOCIALES, SINDICALES Y POLITICAS Y A LA CIUDADANIA EN GENERAL.


Frente a las amenazas provocadas por un grupo
fascista por medio de pintadas contra alumnos y el Centro de Estudiantes del Instituto Politécnico, el centro de Estudiantes del Poli, un grupo de padres de alumnos y distintas organizaciones convencidos de la necesidad de movilizarse frente a esteatropello a las libertades democráticas, queremos convocarlos a las siguientes actividades: Miércoles 21 a las 12 horas en sede de Rectorado (Córdoba eItalia) entrevista con el Rector de la UNR.Jueves 22 a las 9 horas ( confirmanos mañana el horario): Nos encontramos enla plaza del Foro de los Tribunales Provinciales para hacer una denuncia judicial por amenazas. Esperamos contar con su presencia y agradecemos la difusión de estas actividades.

Pd: por favor confirmen si podemos contar con su presencia. gracias.

Los abajo firmantes convencidos en la necesidad de enfrentar y movilizarnosfrente a cualquier ataque a las libertades democráticas, frente a las amenazas a las que son sujetos los estudiantes y Centro de Estudiantes del instituto Politécnico por grupos fascistas declaramos que: Expresamos nuestro total apoyo a los estudiantes del Instituto Politécnico Repudiamos el accionar de estos grupos que a partir de la ideología fascista atacan las libertades democráticas. Exigimos a las autoridades competentes ( UNR, justicia y gobiernoprovincial) la investigación a fondo del hecho y el castigo a los responsables.

POR FAVOR ENVIAR FIRMAS AL REMITENTE O A AMSAFE. GRACIAS

Daniela Vergara (Mamá de una alumna del Centro de Estudiante


MEMORIA EN CONSTRUCCIÓN


08-06-08 Por Lisy Smiles / La Capital





Fue extraño ver llegar a la Siberia un móvil de la Policía Federal. El destino era la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la Universidad Nacional de Rosario. Fue aún más raro que eso ocurriera un 26 de diciembre, en 2005. Los uniformados sólo entregaron una nota, con un pedido. A partir de ahí la memoria comenzó a construirse. El por entonces titular del Juzgado Federal Nº4, Germán Sutter Schneider, solicitaba la colaboración de la facultad en una causa por violaciones a los derechos humanos. El magistrado pedía que se realizara un relevamiento y una maqueta de un ex centro clandestino de detención, hacinamiento y desaparición de personas que funcionó durante la última dictadura militar en Granadero Baigorria: La Calamita. La preocupación del juez refería a un peligro de derrumbe de las pocas estructuras que se mantenían en pie. Al conocerse el pedido, comenzó a gestarse lo que luego sería el Área de Derechos Humanos de la facultad. La arquitecta Alejandra Buzaglo dirige el área y recordó en diálogo con Señales que en un primer momento y ante la urgencia del pedido "una arquitecta, Silvia Andreu, fue al sitio. Todo fue muy extraño porque la llevaron en un móvil policial. Hizo un relevamiento que volcó en un texto. Hay que tener en cuenta que la nota había llegado a la facultad en la última semana de actividad antes del receso". Después, cuando se retomó la actividad académica, Buzaglo se mostró interesada en el tema. "Durante una reunión de cátedra destaqué la importancia y complejidad del tema, justamente en la cátedra de Proyectos que tiene a su cargo el vicedecano, Marcelo Barrale. Entonces empezamos a trabajar", dijo la arquitecta. Primero crearon un afiche que se publicó en la facultad convocando a una pasantía a estudiantes. Se pedían maquetistas, y se puso una foto de La Calamita. Buzaglo planteaba el trabajo desde un abordaje colectivo, y el trabajo era nada menos que reconstruir el centro de detención a través de una maqueta. Cuando un hecho ocurre, su relato se inscribe de múltiples maneras. Tras el paso del tiempo, reconstruirlo implica apelar a la memoria. Y entonces cabe la pregunta sobre el territorio donde se escribió lo ocurrido. Tan disímil como la escritura de esa memoria son los actores que la conjuran y también los escenarios que la albergan. Sin dudas, los protagonistas y sus testimonios son clave pero también los escenarios donde se jugó la realidad, esa que la memoria intenta volver a construir. El Área de Derechos Humanos de la Facultad de Arquitectura construye memoria, investiga las huellas inscriptas en el espacio urbano y apunta a que ese proceso de recrear lo ocurrido sea en términos colectivos. La búsqueda En el inicio el grupo dirigido por Buzaglo buscó hacerse de la información disponible sobre el sitio. El primer obstáculo fue descubrir que no existían planos en las oficinas catastrales. "Alguien los había arrancado", comentó la arquitecta. Lo más cercano a una planta arquitectónica del lugar logró reproducirse gracias a un trabajo realizado por el departamento de Arqueología de la UNR. Luego, fotos obtenidas del archivo del Museo de la Memoria de la Municipalidad permitieron ubicar el predio en 1984. "Sabíamos de la existencia de fotos aéreas tomadas por la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (Conadep), cuando en 1984 se realizó un reconocimiento en todo el país de los sitios que funcionaron como centros clandestinos de detención. Las conseguimos gracias al museo y junto a otras de la época pudimos llegar a cómo estaba el lugar en 1984", explicó Buzaglo. A la vez, el grupo realizó su propio recorrido fotográfico por el lugar y comenzó a construir la maqueta. El resultado de la investigación, en la que también se tomaron en cuenta testimonios, fue una maqueta del sitio que se desmonta en distintas piezas hasta llegar a la situación en la que se encontraba en 2006, cuando fue realizada. El material sirvió nada menos que de guía para quienes testimoniaron en la causa. "Mientras la hacíamos la testeamos con gente que no estaba acostumbrada a leer maquetas, y había aspectos que no se entendían. Así fuimos recurriendo a otras herramientas, como fotos que le adherimos como para imprimirle otra textura", explicó Buzaglo. El compromiso en que se embarcó el grupo hizo que la maqueta avanzara más allá del pedido judicial. No sólo se buscó el aporte de otras miradas, también se realizó una maqueta virtual donde se planteó un recorrido por las edificaciones, casi como una película animada. También se entrenó a personal de la Policía Federal para que supiera manejar las maquetas durante las indagatorias, ya que fue utilizada para que sobrevivientes del sitio pudieran testimoniar. La experiencia sirvió para consolidar al Área de Derechos Humanos en la facultad y sin dudas también aportó en el proceso judicial. Justamente desde el Tribunal Federal ya se pidieron ocho maquetas más para ser utilizadas en otras causas. Entre ellas, la del denominado Pozo (ex Jefatura de Policía), la Quinta de Funes y la escuela Magnasco. De acuerdo a testimonios, por La Calamita habrían pasado más de un centenar de militantes, incluso habrían ocurrido al menos diez nacimientos, según investigaciones de la Conadep. Actualmente su estado es muy precario y los peligros de derrumbe continúan. Hay proyectos que buscan recuperar el lugar como Museo de la Memoria en Baigorria, pero lo cierto es que una iniciativa que planteaba la expropiación del sitio perdió estado parlamentario en la Legislatura provincial. El año pasado fue presentada nuevamente y ahora recorre otra vez las comisiones de rigor. Mientras, otro proyecto ligado a este centro clandestino toma forma en Baigorria, de la mano de una comisión popular compuesta por vecinos y organismos de derechos humanos (ver aparte). Lejos del monumento El Area de Derechos Humanos es un espacio particular. Si bien cuenta con "todo" el apoyo institucional de la facultad, según destacó Buzaglo, salvo su titular que tiene un contrato por 450 pesos el resto de los que participan lo hacen por puro compromiso. "Estaría bueno que tenga alguna validez curricular para los estudiantes", advirtió la arquitecta. "Trabajamos con absoluta libertad, y mucho compromiso pero a veces las condiciones hacen que las propuestas de trabajo se espacien", dijo Buzaglo. Luego de la maqueta sobre La Calamita el grupo se encaminó tras un pedido de un familiar de Héctor Fluxá, un estudiante de arquitectura desaparecido en 1977. Esta vez el planteo fue realizar un memorial. Los integrantes del área adscriben a lo que se denomina antimonumentalismo, una corriente a medio camino entre la arquitectura y el arte que plantea realizar intervenciones en el espacio público para trabajar sobre la memoria, las que se alejan de la autoría individual y la museificación de lo ocurrido. "Durante una actividad en la facultad ante un aniversario del golpe del 76 se acercó el arquitecto Carlos Fluxá a hablar con nosotros. Quería que viéramos la posibilidad de realizar un homenaje a su hermano, Héctor Fluxá, fusilado junto a otros seis militantes en enero de 1977", indicó Buzaglo. Héctor Luis Fluxá (20) y su pareja Silvia Lidia Somoza (21), Mónica Cristina Woelflin (24), Nadia Doria (33), Gladys Beatriz Hiriburu (20) y su compañero Luis Enrique Ulmansky (24) fueron secuestrados en distintos lugares de Rosario el 20 de enero de 1977, entre horas de la madrugada y de la siesta, y con ellos otro hombre joven, Hugo Elías, que pudo escapar. Los seis fueron llevados por las fuerzas que comandaba Agustín Feced hasta unos galpones ubicados en la ex calle Ayolas (hoy Uruguay) y Cafferata, donde se repitió el simulacro de la época, que daba cuenta de persecución y enfrentamiento como excusa para fusilarlos. Una vez más el grupo comenzó el trabajo de investigación sobre lo ocurrido, y junto a esa tarea la discusión sobre la posibilidad de reconstrucción. No faltó el debate sobre las implicancias del genocidio, la militancia y el carácter popular de la lucha. Y sin arrogarse una verdad absoluta se planteó la realización de un memorial en el sitio del fusilamiento. Pero al llegar al sitio para reconocer el terreno descubrieron un mural realizado por el Colectivo de Ex Presos Políticos y entonces se ubicaron unos metros más allá y realizaron lo suyo. Pequeñas losetas con los nombres de los asesinados quedaron selladas en la intersección de la ex Ayolas y Cafferata y metros más allá el mural de los ex presos. "La memoria no es patrimonio de ningún sector —señaló Buzaglo—, y sostener eso es complejo, porque a veces un sobreviviente, un familiar o el mismo Estado aparecen adueñándose de la memoria. Para nosotros eso no debe ser así porque restringe la experiencia". "Por eso decimos —advirtió Buzaglo— que dentro del ámbito académico los cruces no sólo deben ser transdisciplinarios o interdisciplinarios, de hecho trabajamos con Bellas Artes, Psicología y Ciencia Política, sino que creemos en la necesidad de trabajar con los vecinos, con las distintas organizaciones populares que no están en el ámbito de lo académico pero que son otras lenguas que es necesario empezar a hablar o a escuchar. Justamente por esto de que la memoria no es patrimonio de ningún sector y que se pueden contar muchas historias, porque eso tiene que ver con los procesos de lucha política por la memoria". Junto a Buzaglo trabaja el arquitecto Daniel Viu y también Mercedes Aguirre, Florencia Allende, Liliana Carmeli, Jorge Cipriani, Ivana Coviello, Raquel González, Ariel Lo Vecchio, Marcelo Musumesi, Ignacio Ojeda, Marcelo Saichuk, María Eugenia Panzeri, Virginia Ramacciotti, Jorge Tourn, Florencia Rey y Alejandra Villanova. Apuestan por la memoria y reivindican la arquitectura como una disciplina social. Sus ladrillos construyen un espacio donde habita la historia reciente.